Todos los que hacemos uso del monte durante la temporada de setas, hemos sido testigos de una forma u otra de algún caso de recolección masiva de setas y hongos silvestres carente de escrúpulos y de cualquier sentido de protección y sostenibilidad de los ecosistemas.
La práctica micológica es una actividad que se desarrolla en entornos naturales frágiles, por lo que nuestra presencia puede alterar el equilibrio de los biotopos donde se lleva a término nuestra afición.
Debemos de ser conscientes que las grandes recolectas que se muestran por redes no ayudan a la sostenibilidad de nuestra afición, sino más bien a todo lo contrario. Hemos de cambiar el chip, no se trata de llevar la cesta más llena de setas no, se trata de ser el que más disfruta del momento, del entorno donde estamos, de la compañía que tenemos, del aire que respiramos, del almuerzo, de la conversación, de los sonidos del bosque…
Comercialización de setas y hongos silvestres
La gran culpable de la esquilmación de nuestros bosques es sin lugar a duda la recolecta destinada a la Comercialización de setas y hongos silvestres. Además hay que tener en cuenta que casi ninguno de los recolectores que comercializan sus capturas suele estar en situación regularizada, así que realizan una actividad que fomenta la economía sumergida.
Es evidente, que este tipo de actividad conlleva a un riesgo paralelo, y es sobre la capacidad y dudosa formación que pueda tener el recolector. Debemos tener en cuenta que la recolección conlleva a un riesgo por posible confusión de las especies recolectadas, lo que puede suponer un severo riesgo para la salud de los consumidores finales, además que en muchos casos queda cuestionada y en duda su trazabilidad.
Desde Cesta y Setas entendemos que para muchas personas del mundo rural, la comercialización de setas y hongos silvestres supone una ayuda extra económica, que no viene nada mal para los habitantes de la España vaciada, ya que en ella es donde se hallan la mayoría de lugares de excelencia micológica. Pero hay que tomar cartas en el asunto si no queremos que se convierta en pan para hoy y hambre para mañana.
Normativa de sanidad
Es curioso que si tomamos la normativa de sanidad en cuanto a la Comercialización de Setas para Uso Alimentario (Real Decreto 30/2009 de 16 de Enero), podemos comprobar como la comercialización de setas y hongos silvestres no cumplen varios de los requisitos que la normativa recoge.
Ya en su artículo 1, apartado 1.a), nos indica que la ley será aplicada tanto a la seta cultivada como a la silvestre, en todos sus términos, o sea, que lo que se dice para una también se dice para la otra. En su punto artículo 3: Apartado a.4º) dice literalmente: “Estar exentas de artrópodos, gusanos o moluscos y de partes o excrementos de cualquiera de ellos”, en su Apartado a.7º) se lee: “Estar exentas de agentes microbianos patógenos”, en su apartado a.9º) dice: “Hallarse sin residuos de pesticidas, ni de contaminantes químicos, ni de radiactividad, por encima de los límites legalmente establecidos”.
Como veis estos 3 apartados del artículo 3 ya no se cumplen con la seta silvestre, puesto que a menos que unas analíticas de cada ejemplar nos los indiquen, no podemos asegurar que estén exentas de plaga, de patógenos o contaminantes dado que no están recolectadas en un medio controlado, si no en la propia naturaleza donde no nos asegura que se cumplan dichos preceptos. Así que bajo un punto de vista jurídico la comercialización de setas y hongos silvestres no debería de estar permitida a menos que se cambiara la normativa.
Regularizar o prohibir la comercialización de setas y hongos silvestres
Con todo ello no nos cabe más que hacernos la pregunta si ¿debería estar prohibida la comercialización de setas y hongos silvestres?, o cuanto menos que se procediera a modificar la ley para que no esta actividad no violara ninguno de los preceptos que la propia ley contiene.
Queda claro que lo primero pasa por cambiar la actual legislación si se quiere permitir la comercialización en silvestre, además deberían de añadirse otro tipo de medidas que garanticen la seguridad en el consumo, como son una adecuada formación de los recolectores profesionales y evidentemente, que estén dados de alta en su actividad laboral y que declaren sus ingresos, coticen y formen parte de la economía del país.
De igual modo, los recolectores para consumo propio también tendrían que obtener una licencia que avalara unos mínimos conocimientos, ya que aunque sea para consumo propio se puede poner en riesgo la salud de terceras personas.
También el carnet de manipulador de alimentos.