El turismo micológico está en boga, podríamos definirlo como “aquel que realizan los individuos que se desplazan fuera de su entorno habitual para llevar a cabo actividades de diversa índole relacionadas con el disfrute derivado de la ciencia de la micología, esto es, con la observación, búsqueda, estudio o recolección de setas y hongos en un patrimonio natural, sin olvidar el aspecto gastronómico vinculado con este recurso”. (San Miguel Lopez, 2010).
En la actualidad el colectivo de recolectores/as o micoturistas agrupa muchos perfiles. Uno de ellos, en alza, es esa persona que con pocos conocimientos de micología y del bosque intentar llenar la cesta de setas comestibles para su autoconsumo. En muchos casos esta persona no es consciente del impacto que puede provocar.
Posibles impactos negativos del micoturismo:
1. IMPACTO AMBIENTAL. Sobreexplotación del recurso debido a la masificación en la recolección. Este impacto ambiental puede traducirse en la práctica en:
- No se deja un porcentaje de setas mínimo para su reproducción sexual; lo cual puede dejar comprometida la regeneración de los setales.
- Existe un excesivo pisoteo del suelo; pudiendo disminuir la producción de setas.
- Se levanta el mantillo del bosque para recolectar las setas poniendo en riesgo el buen funcionamiento ecológico del suelo forestal.
- Aumento de la basura en el entorno forestal
- Molestias para la fauna salvaje, acentuada si se produce en épocas de reproducción.
2. IMPACTO ECONOMICO. Perdida de una renta económica para el propietario forestal.
El propietario del monte, en muchos casos las entidades locales, es en todos los casos el propietario de las setas que produce. (Ley de montes 43/2003, BOE nº 280). Una recolección de setas incontrolada puede provocar una perdida de riqueza económica para la comarca rural; lo cual puede contribuir al malestar social de sus habitantes.
3. IMPACTO SOCIAL. Un conflicto social entre la población rural y los recolectores foráneos.
Los/as vecinos/as de las comarcas seteras se pueden sentir desprotegidos ante la avalancha de recolectores/as y ante el expolio de lo que consideran son sus recursos naturales. Sin embargo el recolector foráneo entiende que tiene derecho al ocio micológico en estas comarcas. Esta situación no resuelta puede provocar la ruptura de la paz social y el enfrentamiento entre “lo rural” y “lo urbano”.
Ante estos posibles impactos negativos del micoturismo mi propuesta es fomentar un turismo micológico sostenible; o dicho en una sola palabra, el “micoecoturismo”.
Para ello podemos tomar como base la Carta europea del turismo sostenible en los espacios protegidos. La Carta compromete a los firmantes a llevar a la práctica una estrategia local a favor de un “turismo sostenible», definido como «cualquier forma de desarrollo, equipamiento o actividad turística que respete y preserve a largo plazo los recursos naturales, culturales y sociales y que contribuya de manera positiva y equitativa al desarrollo económico y a la plenitud de los individuos que viven, trabajan o realizan una estancia en los espacios protegidos”.