Si tuviéramos que elegir al peor enemigo de las setas, sin contar al propio hombre claro está, el señalado sería el viento. El dios “Eolo” es uno de los factores más determinantes para la aparición de setas. Los días de viento se reduce la humedad relativa del aire a niveles muy bajos, tan bajos que no permiten la evapotranspiración adecuada a los hongos para que éstos puedan desarrollar los carpóforos. Puede estar lloviendo días e incluso semanas seguidas, pero como vengan días de viento la humedad se disipará y los micelios a pesar de haber sido activados por el agua no llegarán a fructificar.

Esta viene siendo la tónica desde finales de otoño en muchas regiones de nuestra geografía. Vienen lluvias y luego el fuerte viento disipa cualquier atisbo de esperanza para los seteros. Salvo zonas del norte y pequeñas floradas en el resto, la primavera está transcurriendo con timidez, sólo las “colmenillas” (Morchela sp.) han proliferado por todos los puntos, aunque no en la forma en que se esperaba. Por el contrario, los setales de marzuelo no recibieron la nieve necesaria durante el invierno y apenas se han recogido unos pocos ejemplares dónde otros años se han podido recolectar cantidades ingentes de ellos. Los prados han sucumbido ante el aire y los perretxicales y corros de senderuelas y champis han quedado desiertos de ejemplares que poder recolectar.

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