La cagarria, como es llamado el género morchella en muchos de los lugares de nuestra geografía,  es para nosotros una de las setas más preciadas junto con la seta de cardo. En la zona de Guadalajara, tiene varios hábitat distintos, y también hay zonas mas tempranas que otras.

Cagarria. Foto: Alicia Benito
Cagarria. Foto: Alicia Benito

Las primeras que se suelen coger son las de la ribera del río, suelen estar entre bálagos y la hojarasca de los chopos.  Siempre fieles a su sitio en cuanto es la temporada y el clima idóneo. En este caso su color suele ser rubio con tonos marrones. Normalmente, la mas rubia que sale entre los gayuberos y la  de color tostado que nace debajo de los chaparros.

Cagarria. Foto: Alicia Benito
Cagarria. Foto: Alicia Benito

Luego están las de monte que se diferencian en el color con la de ribera, tienen un color más pardo,  aquí  la llamamos «la negra». Esta sale en las antiguas carboneras, oficio ahora en vías de extinción, cuyo trabajo consistía en cubrir totalmente enormes pilas de leña con musgo y ramas tiernas, se prendía la leña y dejaba que se quemara durante días y después se subía hasta la cima de la pila y pisaba.

Las negras suelen nacer para mediados de Abril primeros de Mayo, pero todo depende de las lluvias, hay años como este que han salido a primeros de Abril. Aunque pocos ejemplares y en la ribera, en el monte aún es pronto aunque si ha salido algún ejemplar.

Las lluvias que nos han acompañado han sido clave junto con el sol que ha calentado para hacerlas brotar de la madre tierra. Como decían mis abuelos son muy caprichosas y delicadas.

Como decía al principio los rodales no fallan,  heredados de mis abuelos,  los que se lo enseñaron a mis padres y yo voy con ellos y mi hermano. Antes la gente trabajaba en el campo y se conocían todo el término. Sabían dónde podía estar la mina, así llamaban al rodal  donde había muchas cagarrias.

No me extraña que sea una seta cara, los barrancos que hay que atravesar, las cuestas que hay que subir, y las  horas que hay que andar, no están pagadas. La ventaja que tenemos ahora, es que vamos con el coche y lo dejamos relativamente cerca del término donde está el rodal aunque tengamos que subir cuestas interminables, antes, y he tenido la suerte de ir, eran andando, mis abuelos nos llevaban a todos los nietos desde bien temprano.

Si me gustaría que se recalcara bien, el no dejar residuos en el monte, todos saben a lo que me refiero, y por supuesto la cesta nada de bolsas de plástico.

Texto y fotos: Alicia Benito

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