Las fuertes tormentas veraniegas además de refrescar el ambiente también nos pueden dejarnos regalos en el monte. Las zonas de montaña sobre las que ha descargado la lluvia estival permiten al recolector disfrutar recolectando setas en pleno verano. El boleto de verano (Boletus aestivalis ó Boletus reticulatus) es una seta que apenas necesita un poco de agua para fructificar con fuerza. Si seguimos las lluvias de forma atenta podremos saber en qué lugares han podido producirse los ansiados chaparrones.
En las zonas más hombrías y húmedas de la alta montaña es donde debemos centrar la búsqueda de esta seta, que se distingue del resto de boletos por el retículo tan marcado que presenta su pie, sobre todo en la parte superior (de ahí que uno de sus nombres científicos sea el de Boletus reticulatus).
Como todas las setas termófilas el boleto de verano se agusana con mucha facilidad, máxime si tras las lluvias que los hicieron brotar aprieta el calor de forma persistente. Esto nos advierte de la necesidad de estar bien atentos para poder recolectarlos en el momento preciso, ya que pasados unos días la florada desaparece a menos que persistan las lluvias y una humedad relativa del aire alta. Así que atentos que todavía podemos echar a la cesta alguna que otra “cálida captura” en forma de preciosos y exquisitos boletos de verano.
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