Nos encontramos en el período estacional de la Primavera, en la cual el campo se tiñe de un sinfín de colores y nos brinda unas experiencias sensoriales casi imposibles de describir, englobadas en un halo de júbilo y viveza, aunque a algunos no les haga tanta gracia esta estación, véase los alérgicos.

Comienza, por decirlo de alguna manera, la alegría y el despertar del campo, las especies vegetales empiezan a brotar con fuerza, los pájaros despiertan y nos amenizan los días con sus cantos y, al mismo tiempo, es una época especial para la recolección de diferentes y buscadas especia fúngicas, como por ejemplo la tan esperada seta de primavera, el  Perretxiko, seta de San Jorge…en definitiva la Calocybe gambosa; sin olvidarnos de la alegre seta de carrerilla (Marasmius oreades), la colmenilla (Morchella sp.), el champiñón silvestre (Agaricus sp.), etc.

Todos estos temas me recuerdan a mi infancia, cuando iba de la mano de mi abuelo a diferentes partes del campo, los tan apreciados setales, a dar un paseo en armonía y ya de paso ayudarle a recolectar algunas especies para luego disfrutarlas en el plato. Él, que al parecer debía de ser un “hombre sabio”, al igual que otras tantas personas de generaciones pasadas, ya me guiaba y me instruía en el mundillo poco a poco, de manera que fuese como un juego, pero un juego de aprendizaje al mismo tiempo. Era muy cuidadoso, y debido a ello durante muchos años estuvo visitando los mismos lugares y así pudiendo disfrutar de las tan apreciadas setas.

Os voy a contar algunas de las prácticas que él realizaba, las cuales muchas de ellas están recogidas hoy en día en el REAL DECRETO 31/2017, de 5 de octubre, por el que se regula el Recurso Micológico Silvestre en Castilla y León, de ahí que le considere “hombre sabio” en el tema micológico, no dudo de que el saber de un abuelo es infinito.

Mi querido abuelo cuando salía a recolectar, se vestía con sus atuendos, botella de agua en mano, la navaja y lo más importante, la cesta. Una vez que se encontraba en el lugar, se disponía a buscar especímenes, sobretodo la exquisita Calocybe gambosa, la cual sabemos que es una seta que en la mayoría de ocasiones es difícil de ver a simple vista, se trata de una búsqueda poco sencilla. Para ello, tenía que emplearse a fondo, buscar debajo de matorrales, especies herbáceas, etc, vamos, es una búsqueda en la que hay que remover el terreno y no tener miedo de llegar a casa con las manos un poco destrozadas. Pues este hombre lo que hacía era dar con las setas, y  cuidadosamente levantar los obstáculos donde se encontraban las mismas (a mano o con ayuda de algún palo, nada de utilizar objetos dañinos para el medio como rastrillos, hoces, etc), recogía el espécimen (ya sea cortar tronco o arrancar cautelosamente en dirección de las agujas del reloj) y acto seguido, volver a taparlo e intentar dejarlo todo tal y como estaba antes de perturbar el medio.

A la hora de recolectar el ejemplar, siempre daba unos golpecitos en el sombrero con el mango de la navaja o con los dedos, para favorecer la esporada y así asegurarse de que deja descendencia en el lugar. También atendía a los tamaños de los sombreros, la de veces que me ha corregido y me ha enseñado que las setas de un tamaño inferior hay que dejarlas crecer para favorecer su desarrollo y asegurarse la descendencia por mucho que el ansia y las ganas nos invadan de cometer un “infanticidio” (TAMAÑO MÍNIMO DEL SOMBRERO DE CALOCYBE GAMBOSA 3 CMS, EN ÁMBITO GENERAL SON 4 CMS).

Todas estas prácticas en su conjunto, junto con alguna otra han permitido a mi abuelo durante muchos años gozar de obtener unos recursos del medio de forma sostenible, es decir, si somos respetuosos con el medio y no perjudicialmente dañinos en nuestras prácticas, lograremos un estado recíproco con el medio ambiente y hacer perdurar esta “afición” durante unos cuantos años, si no, poco a poco veremos cómo los setales van desapareciendo, que en muchos lugares ya lo estamos comprobando. Estas prácticas no solo han de emplearse obligatoriamente ya que están recogidas en una ley, debería salir de cada individuo la acción de la sostenibilidad, cosa hoy en día que es muy difícil.

Con todo esto lo que me gustaría lograr es concienciar un poco a las personas que no actúan de una manera respetuosa con el medio, sobretodo el actuar por el hecho de que si no las cojo hoy vendrá alguien mañana o a la tarda mismamente y me las quitará, esto hay que erradicarlo de una vez por todas porque algún día se va a llegar al extremo de cavar, ya no digo escarbar, si no de cavar en busca casi del micelio por el miedo a que asomen y alguien nos las quite. Todo esto en un alto estado de ansiedad y nerviosismo que incita a realizar verdaderos destrozos en los setales.

Como hemos visto, realizando unas buenas prácticas nos aseguraremos de hacer perdurar las especies, el que todos podamos disfrutar del campo y lo que nos ofrece, durante largos períodos de tiempo.

Autor: Jorge Carazo Hidalgo, Ambientologo graduado en la universidad de León y residente en Burgos.

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1 COMENTARIO

  1. Tienes toda la razón Jorge, yo fui muchas veces con mi padre a por setas y también era muy cuidadoso con todo eso.Y de un año para otro ahí estaban los setales que él tenía un sexto sentido para llegar hasta las setas y con el paso de los años ha habido gente que ha arrasado con setales por ese ansia de cogerlas sin pensar que si no se tiene en cuenta unas reglas básicas se acaban estás especies.Incluso una vez que fuimos a recoger setas vimos una manada de 6 lobos .

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