Poseen altas cantidades de fibra alimentaria, son bajas en grasas y calorías, ricas en proteínas, y contienen importantes nutrientes como vitaminas (B1, B2, B12, C, D y E) y minerales (zinc y selenio). Existe, sin embargo, un pero. Todas esta riqueza nutricional la tienen las setas cuando son apenas recogidas. Al llevarlas a los fogones, alteramos su composición química y buena parte de sus excelentes propiedades se acaban desaprovechando.
La comunidad científica les atribuye cualidades antitumorales, antioxidantes, antivirales, reguladoras del sistema inmunitario, contra el colesterol y protectoras del hígado. A pesar de que adoramos ponerlas en nuestros platos por el sabor tan genuino que les confiere, es una lástima que los beneficios para nuestro organismo de un producto tan preciado, y en algunos casos costoso, puedan acabarse desperdiciando.