2016 está siendo un año atípico micológicamente hablando. Debido a las altas temperaturas de otoño e invierno y la falta de precipitaciones abundantes, las “floraciones” de hongos han sido menor y tardía respecto a otros años en la provincia de Córdoba. Comparando los datos de 2015 y 2016 en las zonas en las que habitualmente busco los gurumelos se puede ver claramente como han afectado negativamente estas variaciones climatológicas.

El año pasado pese a no ser un año excesivamente lluvioso recolecté los primeros ejemplares la primera semana de marzo, siendo el periodo de mayor producción la segunda quincena de marzo y primera de abril. Los últimos ejemplares recolectados fueron el 24 de abril. Este año tras varias salidas infructuosas desde finales de febrero, no fue hasta ya entrada la segunda quincena de marzo cuando pude ver los dos primeros gurumelos de la temporada. Posteriormente he vuelto a visitar las mismas zonas en las que el año pasado obtuve tan buenos resultados, incluso he visitado zonas que otros años no frecuentaba y los resultados en el mejor de los casos no han sido ni de lejos los de años anteriores, en el mejor de los casos he llenado media cesta. Los pocos que han salido, aparecieron en primer lugar en zonas soleadas donde la tierra alcanza antes una temperatura óptima para el desarrollo de este hongo, recuerden que la Amanita ponderosa es termófila. Conforme han ido pasando los días las mejores zonas se iban desplazando a lugares umbríos donde la humedad se mantiene durante más tiempo pese al calentamiento progresivo del terreno.
Es recomendable, aunque más dificultoso buscar en zonas donde se han realizado labores de arado en los últimos años, en general el terreno está más suelto y le resulta más fácil romper la tierra; no serán pocas las veces que confundamos terrones sueltos y resquebrajados con verdaderos gurumelos. Las precipitaciones de más de 40 l/m2 a comienzos de abril han venido muy bien para que vuelvan a salir nuevos gurumelos y de mayor tamaño. Quizás esta segunda semana de abril y la que viene sean las óptimas para la recolección de este tan apreciado hongo, pero que en ningún caso llegará a ser tan generosa como la pasada temporada.
Otro dato a tener en cuenta es una mayor proliferación de Amanita boudieri, catalogada como comestible, pero según últimos estudios podría ser tóxica. Es fácil diferenciarla del gurumelo por la falta de olor terroso característico de este último y por contar con un pie más alargado y delgado.

Autor: Antonio Barrena Mateo
Peñarroya Pueblonuevo 11 de abril de 2016.