Las setas son alimentos de gran valor nutritivo. Algunas son un verdadero manjar por su sabor y se podría decir que un gran número de ellas tienen importantes propiedades medicinales, circunstancia que habitualmente la gente desconoce. En muchos casos los principios activos tienen que aislarse en los laboratorios por las industrias farmacéuticas para ser aprovechados por la medicina (también se emplean en veterinaria) y en otros casos los efectos beneficiosos se observan tras el consumo de los ejemplares frescos, secos o concentrados en cápsulas que podemos encontrar con relativa facilidad en la naturaleza o en el mercado.
Las setas son muy ricas en carbohidratos y previenen, por ejemplo, el estreñimiento. Son bajas en grasas y, a parte del alto valor proteico, contienen entre un 10% y un 50% de hidratos de carbono no digeribles por las encimas humanas, pero que pueden ser fermentados parcialmente por las bacterias del colon, lo que les confiere un efecto sobre el aparato digestivo similar al de la fibra. Estas sustancias tienen un efecto regulador del tránsito intestinal. Además tienen propiedades antioxidantes e hipocolesterolemiantes, por lo que resulta importante empezar a contar con las setas en nuestra dieta, siendo además baratas las que están en la naturaleza y muy asequibles la mayoría de las cultivadas. El contenido en minerales resulta importantísimo para el equilibro de los líquidos del cuerpo humano. Es justo poner de manifiesto la importancia de las setas como productores de sustancias bioactivas, que son empleadas en medicina para retardar o superar enfermedades como el cáncer o el alzhéimer. También son empleados los componentes micológicos para tratar problemas de hipertensión, diabetes, colesterol o para fortalecer el sistema inmunológico.
La historia medicinal de los hongos y las setas se remonta a miles de años atrás en Oriente y en América. En la cultura oriental, sobre todo en Japón y en China, desde tiempos remotos se emplean las setas con la finalidad de estimular y fortalecer el sistema inmunológico. También distintos pueblos observaron la capacidad antibiótica de determinados mohos. Una materia en estudio y en constante evolución que llevará a determinar que papel pueden jugar determinados hongos y setas en la medicina preventiva como complementos de una dieta equilibrada.
Pese a que falta mucho aún por investigar, hasta medio millar de hongos contienen sustancias con propiedades terapéuticas, según algunos autores, como el Penicillium notatum, uno de los más conocidos, así como otros hongos y setas más próximas (y a la venta en supermercados), como el Lentinus edodes, anticancerígeno y antibiótico; el Agaricus bisporus, rico en vitaminas y antidiabético; o el Pleurotus ostreatus, anticancerígeno revitalizador.
Además es fácil comprar Ganoderma lucidum, revitalizante, afrodisíaca y estimulante; Hericium erinaceus, anticancerígeno y que mejora la salud en enfermos de alzhéimer; o Trametes versicolor, antivírica y anticancerígena bajo diversas fórmulas de presentación comercial. En la naturaleza son accesibles ejemplares de Amanita caesarea, purgante; Auricularia aurícula judae, analgésica, hemostática y revitalizadora; Cantharellus cibarius, rica en vitaminas A y C, que refuerza la capacidad visual; Lactarius deliciosus, antibiótica e indicadora de la actividad renal; Marasmius oreades, antibiótico; y Langermania gigantea, con propiedades hemostáticas, antivirales y antibióticas, entre muchas otras de interés medicinal.
Podemos encontrar numerosas setas que no son comestibles o incluso que son tóxicas pero que si pueden ser aprovechadas por la industria farmacéutica para tratar distintas enfermedades, dado su contenido en sustancias de interés medicinal. Este sería el caso de las mortales Amanita phalloides y Claviceps purpurea, por poner sólo dos ejemplos, e incluso setas alucinógenas como el Psilocybe semilanceata o la popular Amanita muscaria.
*Autor del libro Setas medicinales. Ellago Ediciones 2009. ISBN: 978-84-96720-86-2
Texto: Alejandro Mínguez